Hace ya unas semanas estoy intentando recuperar un trabajo fotográfico que estuvo circulando un par de días en mis redes sociales. En él, se mostraban las fotografías de distintas personas con rasgos muy diferentes entre sí, como el clásico antes-después.
En la primera, la persona aparecía seria. En la segunda fotografía, aparecía sonriente. Pero no una sonrisa cualquiera, de esas forzadas delante de la cámara a la voz de "cheese". La sonrisa sincera, la que sale de dentro, es aquella que se sonríe no sólo con la boca, sino también con los ojos. Era sorprendente la luz que cobraban aquellos rostros, tan apagados en la primera fotografía. Pienso muchas veces que la sonrisa en estos tiempos de crisis está sobrevalorada, y con esto no me refiero a la sonrisa que sale del alma, sino a la imposición de sonreír aún cuando no tenemos ganas. Sonreír en una entrevista de trabajo, en una primera cita, en un intento de disimular que las cosas no nos van todo lo bien que quisiéramos. Y llevo días buscando esa serie de fotos, porque aquellas sonrisas, cuyos protagonistas eran personas tan alejadas de las junglas urbanas, me parecían tan reales y luminosas que, lo que son las cosas... Han pasado varios días y no puedo olvidarlas.
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Quién soyFotógrafa y escritora. Utilizo la fotografía y nuevas narrativas para visibilizar emociones, grupos sociales y trabajar la comunicación profunda. Archivos
Agosto 2017
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